Los cinco restantes, cuatro niños y el adulto, que fueron los últimos en salir de las profundidades de la caverna el martes, permanecerán al menos un día más en cuarentena para evitar el contagio de posibles enfermedades.
Dos kilos menos de peso
“Hay que mantener un protocolo de seguridad debido al débil sistema inmunológico de los menores”, indicó uno de los médicos que evalúa al grupo.
Sus familiares les pueden ver y hablar a través de un cristal ubicado en la puerta de la estancia donde se recuperan.
Todos se recuperan con normalidad y su vida no corre peligro, a pesar de que han perdido de media unos dos kilos de peso cada uno durante los días que permanecieron en la gruta, de los cuales nueve los pasaron desaparecidos y sin comida.
Los médicos dijeron que tres de los menores registran cuadros leves de neumonía y uno es tratado por un corte en la pierna derecha.
Oftalmólogos se encargan de comprobar si sufren algún problema ocular después de permanecer tanto tiempo en la oscuridad.
Los jabatos y su entrenador son alimentados a base de una dieta blanda de arroz y pollo, además de la ingesta de varios suplementos vitamínicos.
No obstante, los primeros cuatro rescatados, que salieron de la cueva el domingo, podrían cenar esta noche alimentos más variados.
El grupo, que también recibe apoyo psicológico, mantiene buen estado de ánimo y tendrá que pasar al menos siete días en el centro médico antes de recibir el alta.
Los doce escolares, de entre 11 y 16 años, y el entrenador, de 26, se internaron en la cueva Tham Luang, situada en el norte de la provincia de Chiang Rai, durante una excursión el sábado 23 de junio tras completar un entrenamiento de fútbol cuando una súbita tormenta inundó el camino de salida.
La madre de uno de ellos dio la alerta al ver que su hijo no regresaba, pero no los encontraron hasta nueve días más tarde, hambrientos y débiles, en una caverna a cuatro kilómetros de la entrada.
El rescate de la cueva
Para salir al exterior, los chavales y el monitor, acompañados cada uno de ellos por dos rescatistas, tuvieron que atravesar una serie de laberínticos pasadizos parcialmente inundados y desniveles con una visibilidad nula durante más de 4 horas de travesía.
El grupo ha tenido que aprender a bucear en cuestión de días, una tarea difícil si se tiene en cuenta que muchos no sabían nadar.
Dos buzos, uno delante y otro detrás, han acompañado a los rescatados en cada una de las misiones de salvamento.
La dificultad de la operación quedó patente con la muerte el jueves pasado de un voluntario antiguo miembro de los grupos de élite de la marina al quedarse sin aire durante una inmersión.
El fallecido, “Samar Gunan es uno de los héroes de este operativo”, recordó anoche Narongsak Ossottanakorn, portavoz de los equipos de rescate.
El representante también apuntó que espera que este incidente sirva de ejemplo para concienciar a todo el mundo sobre la importancia de la seguridad. (11 julio 2018, EFE/PracticaEspañol)